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LA HACIENDA
Las finanzas del estado nazarí eran controladas por un funcionario específico, nombrado para este cargo. Controlaba tanto las finanzas particulares del sultán, como las públicas del Estado. Estaba asistido por recaudadores que recorrían el territorio del reino.
Las arcas nazaríes se nutrían con el dinero procedente de los productos que exportaba, tanto naturales como manufacturados, y, sobre todo, con los impuestos legales que pagaban los súbditos musulmanes y los extraordinarios procedentes de los judíos y cristianos. Aquellos impuestos se aplicaban tanto a los bienes muebles como a los inmuebles.
Existía el diezmo sobre cosechas o ganados, que solía pagarse en especie y que en los últimos años se exigía pagar en dinero, también había un diezmo de capitación, es decir personal, además de los que gravaban las herencias, las compraventas y los que se pagaban por la tierra. Por otra parte, los artesanos pagaban un impuesto por lo que fabricaban y los mercaderes por sus transacciones.
Otra fuente de ingresos procedía del dinero que proporcionaba el rescate de prisioneros. En momentos de crisis se solicitaban impuestos extraordinarios, casi muy mal recibidos por la población y que en algunos casos provocaron revueltas violentas entre los granadinos.
Los gastos del reino nazarí eran el vasallaje pagado a Castilla, lo propios de la administración del Estado y el que ocasionaba los productos que había que importar de fuera.
Las monedas con las que se pagaban eran de oro y plata. La moneda de plata básica era el dírham, al principio de forma cuadrada y luego redonda, con sus fracciones de medio dírham y cuarto de dírham. Esta moneda llevaba inscrita por una cara la frase "No hay más que un Dios"; por la otra el lema nazarí "Solo Dios es vencedor" y el nombre del sultán que ordeno la acuñación. Ya en el siglo XV se llamó también dinar a la moneda de plata, con lo cual había que especificar cuándo se citaba esta moneda, si era de plata o de oro.