Visigodos - MILENO GRANADA

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Visigodos

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LOS VISIGODOS
Desde el siglo III al V, dos pueblos germánicos habían cruzado la península ibérica, los suevos y los vándalos, así como los alanos, un pueblo iranio, que existe todavía en Osetia, en las montañas del Cáucaso.
Galicia fue ocupada no sólo por los suevos, sino también por vándalos asdingos. Los alanos se desplazaron hacia la Lusitania y la Carthaginense. Con los vándalos silingos en la zona de la Bética, sólo quedaba en poder del Imperio romano la provincia de la Tarraconense.
Precisamente para poder recuperar el dominio perdido en la Península Ibérica, el imperio romano pacta con el rey godo Valia para que sean ellos quienes defiendan los derechos de Roma frente a estas tribus germanas. Así pues, en el 416 los visigodos penetran como aliados de Roma, derrotando a los alanos y a parte de los vándalos, con lo que el Imperio recupera el control de las regiones más romanizadas (la Bética y el sur de la Tarraconense).
Los suevos, se afianzaban su reino en el occidente pero hacia el año 438 el rey suevo Requila emprende una decidida actividad de conquista del resto de Hispania, adueñándose de la Lusitania, la Carthaginense y la Bética. Su sucesor, Requiario, aprovechará las perturbaciones del movimiento bagauda para avanzar hacia la zona de Zaragoza y Lérida. Tal acción impulsó al Imperio romano a pedir nuevamente a los visigodos, a través de su rey Teodorico II, la ayuda precisa para controlar Hispania. Las tropas visigodas cruzan los Pirineos y en el 456 capturan al rey Requiario, quedando el resto de los suevos en el territorio comprendido en las actuales Galicia, parte de Asturias y León y mitad norte de Portugal. El reino suevo se mantuvo independiente hasta finales del siglo VI. El resto de la península queda en manos visigodas, pasando a formar parte del Reino visigodo de Tolosa, con capitalidad en Tolosa (Toulouse, actual Francia).
En el año 476, los visigodos ya se habían asentado en la península Ibérica y en el 490 termina el grueso de las migraciones desde el norte.
En el 507, los francos (otro pueblo germánico) derrotaron a los visigodos en la actual Francia, lo que puso fin al reino de Tolosa. Por ello, la población visigoda de este reino cruzó los Pirineos para establecerse en los territorios peninsulares: así nació el reino visigodo de Toledo. Al final del reinado de Teudis se trasladó la capital a Toledo y con Atanagildo se consolido dicho traslado.
Al comienzo del siglo VI los visigodos no controlaban toda la Península Ibérica. En la parte noroeste estaba el reino de los suevos. Toda la cornisa cantábrica, desde la cordillera hasta el mar, zona poco romanizada, estaba dominada por astures, cántabros y vascones. La monarquía visigoda conoció un momento de debilidad durante el siglo VI. Al menos dos reyes son asesinados sucesivamente, Teudiselo y Agila I, y en distintas zonas de la península se producen sublevaciones de terratenientes contra la autoridad real (Córdoba, Sevilla y Mérida, estas dos últimas capitales del reino).
El imperio bizantino aprovechó la oportunidad con Justiniano I para ocupar un amplio frente de costa desde Alicante hasta la costa sur-atlántica portuguesa, incluyendo el norte de África y las Islas Baleares. El nuevo territorio conquistado se denominó Provincia de Spania, y se estableció su capital en Carthago Spartaria, la actual Cartagena, controlando buena parte del Mediterráneo hispano y el estrecho de Gibraltar, y con ello el comercio.
El primer gran monarca del reino visigodo de Toledo fue Leovigildo, que, durante su reinado (568-586), consiguió que casi todos los territorios de la península Ibérica estuvieran bajo su control, producindose un fortalecimiento, con logros en diversos campos, se consiguio cierta estabilidad con reformas monetarias, se restableció el control soberano sobre territorios que se habían declarado independientes en la segunda mitad del siglo VI, se conquistó el reino suevo, así como muchas instalaciones bizantinas, que pasaron de nuevo a manos visigodas.
No obstante, la pretensión de Leovigildo de unificar sus reinos religiosamente, con base en el arrianismo, fracasó. Vivió sus peores horas con la sublevación de su hijo Hermenegildo en el sur, convertido al catolicismo. Hasta el 584 no se restaurará la paz con la derrota del hijo a manos del padre. Su hijo y sucesor Recaredo (586–601), hermano de Hermenegildo, logró esa unidad religiosa, pero tomando como base el catolicismo. En el trascendental III Concilio de Toledo el rey y Baddo, su esposa manifestaron su conversión. Se considera que, tras esta conversión, la cultura visigótica en Hispania alcanza su cénit.
En el siglo VII la relativa paz que se respiraba con Leovigildo y Recaredo, se ve truncada nuevamente. Se suceden Liuva II, Witerico, Gundemaro y Recaredo II y de ellos, el que no es asesinado, incluso siendo menor de edad, muere en extrañas circunstancias. Únicamente Suintila (621–631), gran general, termina por expulsar a los bizantinos en el 620.
Recesvinto (649–672) será reconocido por su labor legislativa de corta duración (Liber Iudiciorum), mejorada por Wamba, pero que influirá de manera notable en los fueros locales a partir del siglo X.
En las últimas décadas del siglo VII, el reino visigodo se encontraba muy dividido, ya que muchos territorios estaban gobernados por los nobles. En los primeros años del siglo VIII, aumentó la lucha por el poder entre las dos familias más poderosas del reino, la de Chindasvinto y la de Wamba. Esta situación, casi de guerra civil, facilitó la invasión musulmana. El último rey visigodo, Rodrigo, fue derrotado y muerto, en el 711, por los musulmanes, en la batalla de Guadalete. Así desapareció el reino visigodo de Toledo y nació al-Andalus.
Por medio de una serie de capitulaciones, un noble visigodo perteneciente a los círculos palatinos, Teodomiro, consiguió mantener durante unas décadas más, una considerable autonomía en el Reino de Tudmir, un vasto territorio en torno a la ciudad de Orihuela, en las actuales provincias de Murcia y Alicante.
Para el siglo IX toda la península, a excepción del norte peninsular, quedaría bajo el dominio musulmán.

¿QUIÉNES ERAN LOS VISIGODOS?


El pueblo godo procedía de Germania (una región de Europa que coincidía, más o menos, con la actual Alemania). Desde el siglo III hasta el siglo VI, llegó a tener un gran poder en el continente, a medida que el Imperio romano vivía su crisis final. El godo fue el primero de los pueblos germánicos que se convirtió al cristianismo. A finales del siglo IV, se dividió en dos ramas: los ostrogodos y los visigodos.

En las últimas décadas del siglo VII, el reino visigodo se encontraba muy dividido, ya que muchos territorios estaban gobernados por los nobles. En los primeros años del siglo VIII, aumentó la lucha por el poder entre las dos familias más poderosas del reino, la de Chindasvinto y la de Wamba. Esta situación, casi de guerra civil, facilitó la invasión musulmana. El último rey visigodo, Rodrigo, fue derrotado y muerto, en el 711, por los musulmanes, en la batalla de Guadalete. Así desapareció el reino visigodo de Toledo y nació al-Andalus.

 
 
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