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TARACEA GRANADINA
La taracea es una técnica artesanal aplicada al revestimiento de suelos, paredes, muebles y objetos artísticos. En la labor se utilizan piezas cortadas de materiales de distintos colores (madera, concha, nácar, marfil o metales), que se van encajando en un soporte hasta realizar el diseño decorativo. Entre unas piezas y otras se crea un efecto de contraste que depende del color, brillo, textura, betas... de los materiales empleados.
Las combinaciones de piedras de distintas clases y colores se denominan mosaicos.
Los suelos de taracea de madera, en especial de los palacios de Europa, suelen decorarse con fajas, medallones, grecas y otros motivos decorativos.
Historia de la Taracea
Hace nada menos que 5000 años ya se elaboraban trabajos de taracea en época sumeria en Mesopotamia. Desde Mesopotamia se difundió por el Oriente Próximo, más tarde la aprendieron los griegos y de estos pasó a los romanos, quienes la llamaron incrustatio o loricatio. Plinio el Viejo hace una extensa descripción de esta técnica en su obra Naturalis historia. Las piezas con que se hacían las incrustaciones, las llama crustae. Los árabes la aprendieron de los romanos y bizantinos y la introdujeron en España, por eso taracea deriva de la palabra árabe Tar'sia, que significa incrustación. a taracea multicolor alcanzó una enorme difusión en el sultanato nazarí. Desde mediados del siglo XIII o principios del siglo XIV, esta técnica arraigó con fuerza en ámbitos palatinos y cortesanos como tratamiento para enriquecer la superficie de los objetos relacionados con el ajuar doméstico de lujo, llegando a hacerse muy popular en Granada.
Esta artesanía, que a pasado de padres a hijos a través de generaciones durante al menos cinco siglos, algo muy especial debe tener, al haber sobrevivido a tantas guerras, cambios y vicisitudes, habiendo llegado a nuestros días intacta tal y como se hacía en tiempos del rey Boabdil.
En la actualidad esta técnica perdura en Damasco y Granada.